Balance

¿Cómo encontrarlo? Es diferente para cada persona… somos universos completos con miles de complejidades, de agujeros negros, de planetas, estrellas, todo eso en un solo ser. En este tiempo de tantos cambios a nivel mundial, se sienten también los cambios a nivel interno, todo eso que está pasando afuera me hace preguntarme sobre lo que está pasando adentro…

Y podría decir que pasa de todo… ¿cómo se logra el balance entonces?

Acepto mi humanidad, mi vulnerabilidad, todo lo que traigo, la luz y la oscuridad, esa sombra que a veces me persigue y me hace zancadillas, pero también esa luz que me muestra el camino todos los días. A veces es difícil, si. A veces es fácil, también. Se necesita más que fuerza, se necesita amor para entender qué necesito, qué quiero, cómo quiero vivir y como quiero que sea el mundo, mi país, mi ciudad, mi familia, mi cuerpo, está en mi poner todo para lograrlo.

Es fácil salir y ver lo que pasa afuera, decir que la responsabilidad es de otros, que soy víctima de un sistema, de un esquema establecido hace muchos años por personas que apenas buscaban sobrevivir en el mundo, de ideas y conceptos ya obsoletos y mandados a recoger… pero hoy yo puedo elegir y buscar mi paz a pesar de lo que pasa todos los días. ¿Quiero pelear con el del carro que se atravesó? NO. ¿Quiero entrar en discusiones innecesarias? NO. ¿Quiero ver las noticias todos los días? NO.

Entonces ese balance se logra cuando yo soy responsable de absolutamente todo y elijo conscientemente lo que quiero hoy, quien quiero ser, qué quiero decir, con quien quiero hablar, en qué quiero trabajar, con quien quiero trabajar. Puede ser abrumador, pero también es la mejor aventura de la vida darse cuenta de que hay alguien que quiere vivir su vida al máximo, que quiere vivir dando y recibiendo amor y ese alguien soy yo misma!

Romper

¿A qué vinimos?

Es increíble cómo llega el momento en el que todo se detiene y llegan pensamientos que le dan la vuelta a lo que creía. Un día pensé en que yo tengo la influencia de mi familia, ellos a su vez, de los suyos y de ahí para atrás, quién sabe cuántas generaciones… darse cuenta de eso sumado con la personalidad y la educación propia… todo eso construye el ser que soy y es diferente para todos los seres humanos así sean hermanos gemelos. Entonces pensaba cómo es posible que nos quieran educar igual, vestir igual, que hablemos igual, cuando cada uno grita su individualidad como puede desde donde puede, intentando no dejarse romper por las culturas, las sociedad, las familias, pero inevitablemente llega el momento y nos rompemos.

¿Es más fácil ir con la corriente? Es más fácil hundir la cabeza y dejarse ir, día tras día, año tras año, sobrellevando situaciones, relaciones, apenas sobreviviendo, pasando la vida por encima, dejando que otros decidan, esperando que aparezca el príncipe azul, la princesa perfecta, esperando milagros, días perfectos, situaciones idealizadas, arquetipos culturales y mientras tanto… las almas gritan lo que necesitan, lo que vinieron a aprender, lo que nos han ocultado desde que nacemos…

Da esperanza que hoy podamos tomar decisiones diferentes. ¡Tomar decisiones diferentes ha sido dificilísimo para mí! Tanto tiempo haciendo las cosas desde el mismo lugar con esas mismas programaciones que cambiarlas me ha tomado más tiempo del que quisiera, a veces doy vueltas y vueltas, haciendo lo mismo una y otra y otra y otra vez como un hámster y me desespera no poder salir de ahí, no poder soltar, cortar, dejar ir… he leído últimamente tantos post, artículos, mensajes por todas partes, acerca del amor propio, de quererse, aceptarse, no sé porque me cuesta tanto, no se porque puedo ver tan facil lo bonito de los demás pero no lo mío, no sé porque no puedo dar con ese punto en el que me vea y finalmente me sienta feliz con la persona que soy con todo eso que veo, en el espejo, ¿por qué no es tan fácil? ¿por qué me ha llevado tanto tiempo?

Quiero esa respuesta y se que no la voy a tener, se que no llegará así de forma magnífica, de película, como me imagino que llegará, tal vez llega todos los días en cosas pequeñas y no me doy cuenta, tal vez ya la sé y no quiero verla, tal vez sea muy dificil para mi romper ese concepto de que pensar en uno mismo es ser egoísta, narcisista, egocéntrico, que es «malo» centrarse en uno mismo porque te hace una «mala persona».

¿Por qué no puedo simplemente pensar en mi como pienso en otros, porque no puedo verme como veo a otros? Qué labor interna diaria para pensar de otra manera, a veces me doy por vencida, a veces quiero hacer un break de todo y simplemente flotar de alguna forma, ver todo desde afuera, tener otra perspectiva de mi, de mi vida…

Llegué a sentirme muy rota, siento que me sumergí en ese río infame del deber ser, del parecer, de aparentar un bienestar para otros pero no para mí, y qué logré? Ir cada vez más al fondo de mis pensamientos y de mis sentimientos, al miedo profundo de ser yo, de verme como soy, de ser vista, escuchada, amada.

Estoy en proceso de unir mis piezas, y se que al unirlas voy rompiendo mi vieja estructura con mi propia voz con mi propia individualidad, con eso que me hace única. ¿Por qué insisto en encajar en lugares que no son míos?, ¿por qué no elijo mi propio camino, mis propias reglas?

El tema es y será conmigo, ese es mi gran reto de vida, pero no me voy a abandonar y voy a seguir caminando, voy a seguir uniendo las piezas porque se que puedo y que tengo la fuerza para levantarme cada día y llenarme de mí cada vez más.

¿Somos libres?

¿Qué es realmente la libertad? ¿Qué significa ser libres? La respuesta podría ser muy obvia, ya no existe la esclavitud, vivimos en un mundo en el que podemos hacer lo que queramos mientras no dañemos a otros… Pero si profundizamos en ese concepto como lo define la Real Academia de la Lengua: Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos; y veo esa gran frase… responsable de sus actos, me doy cuenta de que vivimos lejísimos de la libertad.

Creo que nadie es responsable al 100% de sus actos. A lo largo de nuestras vidas vamos encontrando cosas que nos sacan de la realidad, que nos lleva a ver nuestras vidas como si fueran de otros, con reglas y normas con las que no estamos de acuerdo, con dogmas castrantes, ideologías extremistas, nos dicen qué debemos comer y a qué horas, en qué debemos creer, cómo debe ser un buen hombre y una buena mujer, cómo es portarse bien y portarse mal, cómo debemos vivir y para qué vivimos, cómo debemos vernos, qué tipo de ropa ponernos, nos creemos la idea de caer bien, de ser aceptados. Entramos en jaulas y hacemos los barrotes más gruesos sumando creencias y patrones propios. Vivimos las vidas que se inventaron otros.

Y entonces llega un día en el que vemos que hay gente afuera y nos preguntamos, ¿qué están haciendo afuera? ¿cómo salieron? ¿qué hay que hacer ? Y empieza la búsqueda desesperada por salir, vamos a mil lugares, terapias, apoyo espiritual, oración, meditación, yoga, lo que sea que empiece a darnos algo de paz y normalmente en esas búsquedas… a dónde llegamos? A la gran respuesta: TODO está adentro. ¡TODO!

La jaula la creé yo, con todo lo que creí, con todo lo que permiti, con todo lo que pensé, con todo lo que sentí, con todo lo que dije y con todo lo que hice, nadie más que yo. Entonces me pregunto: ¿Para que la creé? Pues precisamente para tener la conciencia hoy de reconocerlo y ser capaz de abrir mis alas y salir de allí creyendo firmemente que puedo ir y ver el mundo a través de mis ojos, no de los ojos de otros; que puedo experimentar a Dios a través de mi vida y no de la de otros; que puedo ser amada, no por otros, por mi misma; que puedo ser lo que yo quiera no para los demás sino para mi y por mi.

Y sé que en algún momento volveré a acercarme a la jaula pero ya la veo mejor y veo hacia afuera y se que soy humana y que todo fluye y refluye pero desde otro lugar, desde mis ojos, desde mi corazón, desde mi percepción, sin juicios, sin dramas. Cuando entiendo que todo es cuestión de decidir salir o quedarme y decido salir, confío, en mi, en mi guía que ha estado diciéndome todo el tiempo que hay algo más afuera, que hay plenitud, que hay prosperidad, que hay amor, que no hay nada más grandioso que yo misma esperándome ahí, a pesar de haberme traicionado, criticado, juzgado, porque yo soy la única persona que estará conmigo hasta el fin de esta existencia, y solo en ese encuentro puedo ser libre. Solo en ese encuentro conmigo puedo ser responsable de mis actos y darme lo mejor del mundo a mi, tomar las mejores decisiones para mi, alimentarme bien, cuidarme y protegerme.

Cuando pueda estar en paz y sentir que cada cosa ha valido la pena, que no hay bueno ni malo, que las cosas solo son, que yo soy tan valiosa como somos todos, que la diferencia nos une y en la medida en que todos salgamos y volemos afuera de esas jaulas, construiremos un mejor planeta, desde el amor, desde la compasión, desde la individualidad, pero también desde lo colectivo.

Reset

¿Qué pasaría si pudiéramos quitarnos las responsabilidades cotidianas? Habría más tiempo… más tiempo para ser.

Muchos temen ese tiempo a solas, ese tiempo de introspección, de charla interna, porque seguramente no lo han hecho nunca o lo han hecho demasiado. Cualquiera que sea el caso, ese temor tiene todo que ver con lo que nos ha enseñado nuestra cultura: la soledad es mala, no está bien visto ir a cine solo, comer solo, vivir solos. Es una realidad que el ser humano necesita de interacción y ahora con el aislamiento, algunos nos hemos dado cuenta de que si hace falta, y es necesario.

Pero en esos momentos cuando me alejo del teléfono, del tele, del libro, del computador, encuentro que a veces se siente bien y a veces se siente raro. Se siente raro porque siempre estuve acostumbrada a tener una presencia que validara o invalidara mis acciones y mis palabras, siempre creí que esa era la forma de vivir. Sin libertad.

Ahora puedo ver que no necesito esa presencia tenga el nombre que tenga. A estas alturas de mi vida he logrado entender que yo soy mi propia autoridad y que puedo darme el permiso de vivir y de disfrutar esta vida tan loca que vivimos hoy con pandemia, aislamiento, derrumbamiento de estructuras culturales e individuales.

¡Cada día es un día menos y también una oportunidad más! A veces los mensajes se contradicen y las polaridades aparecen por todas partes… lo que es bueno, lo que es malo, lo que toca, lo que no toca. Abro instagram y aparecen muchos mensajes de las cuentas que sigo sobre la importancia de amarse a uno mismo, y suena tan fácil… pero es todo un proceso, saben?, aceptarse, verse de verdad con todo y eso que no me gusta tanto, el control, la rigidez, pero sé que voy en el camino correcto, sé que cada paso que doy va dirigido hacia mi propósito, que en realidad es amarme y aceptarme, comprenderme, darme a mí lo que le daba a los demás.

Siento que estamos en un momento histórico, en el que podemos oprimir el botón de RESET de las cosas que ya no queremos y volver a empezar como queramos, como lo sintamos, puede ser un trabajo, una relación, un hobby, una rutina diaria, siento que tenemos la oportunidad de vernos a nosotros mismos con otros ojos y decidir de otra manera qué vida queremos vivir y cómo queremos vivirla.

¿Qué nos llevamos al final? Las personas van y vienen, algunas se quedan, algunas se van, a veces con dolor, a veces con culpa… Nos llevamos lo que fuimos, lo que hicimos, por eso la opción es disfrutar lo que hemos creado en nuestras vidas, ¡experimentar la alegría interna HOY!

¿Por qué?

¿Por qué se nos olvida vivir? ¿Por que la vida se vuelve una lista interminable de cosas por hacer? ¿Por qué es tan difícil vivir el presente? ¿Por qué complicamos todo?

Y si… cómo los niños de más o menos 3 años volví a la etapa del por qué… de preguntarme en qué momento de la historia crecemos y todo se vuelve una responsabilidad, un peso, una carga, un «toca hacer», «debo ser», antes de que llegue cierta edad y ahí sí ya no queda sino esperar lo inevitable.

¿Cómo llegué hasta este punto de mi vida? En gran parte no tengo ni idea… muchas veces le di mi responsabilidad personal a otros y seguramente dí muchos tumbos por ahí. Esa vida en piloto automático, rindiéndole cuentas a todos, explicando cada paso, disculpándome por ser como soy, pidiendo perdón por evitar conflictos, agachando la cabeza y pasando inadvertida para molestar lo menos o gritando para que por fin se escuchara mi voz. Esa es la vida de muchos, dando tumbos, girando por ahí sin rumbo.

Hoy he llegado a responder algunos de esos porqués, he logrado observar y tomar consciencia de la persona que soy hoy, de mis decisiones, de mis elecciones. He podido ver que a veces necesitamos estar ultra ocupados para sentir que la vida tiene sentido, llenar los días de trabajo, actividades «productivas», y no parar de hacer algo, no importa lo que sea. Y más en este tiempo difícil de crisis, de cambios de vida obligados, quiebras y rupturas en todo nivel… Hemos olvidado buscar las razones por las que hacemos las cosas, ¿qué es lo que nos mueve? ¿Somos bolas de bolos girando llevándonos lo que sea por delante? o ¿estamos siendo conscientes de los giros de nuestras vidas?

Seguramente tenemos de ambos, habrá cosas muy conscientes y otras no tanto, es parte de la experiencia, del aprendizaje. Mi historia es parte de lo que soy hoy, todos esos momentos de confusión, de miedo, de duda, de caer y recaer, ese tiempo en piloto automático me ayudó a ver muchas partes de mí que había entregado a otros, a entender que necesito esas partes para reconstruirme y volver encontrar lo que soy, lo que me mueve.

Hoy llegar a las razones y a las respuestas debería ser tan fácil como ver mi historia con amor, ver que ya pasé por ahí, que probablemente vuelva a caer, y vuelva a levantarme, que otras cosas ya no las repetiré porque ya quedaron aprendidas, que el camino sigue y que se puede disfrutar y simplificarse; que puedo tomar el timón y hacerme cargo de todos los instrumentos de mi vida, agradeciendo todo lo que ha sido mi experiencia.

Ya puedo pasar la página del por qué, puedo mirar hacia atrás con otros ojos, puedo ver que todo me ha hecho la persona que soy, que cada día puedo responsabilizarme más por cada una de mis decisiones, que cada día es una nueva oportunidad para seguir aprendiendo, para ir quitando capas de culpas y miedos y seguir en la búsqueda de mi propio ser.

C R E E R

Desde que somos niños y casi sin saber caminar ni hablar, empezamos a creer en todo tipo de cosas. Creemos todo lo que nos dicen, lo que escuchamos, lo que vemos y, no sé si a todos nos pasa, en algún momento empezamos a cuestionarnos.

No hablo de temas religiosos o grandes creencias trascendentales, hablo de pequeñas cosas diarias que se van quedando en nosotros. A mi me decían que en la noche pasaban cosas «malas» y empecé a creerlo… ¿alguna vez me pasó algo «malo» en la noche? La verdad, NO, la única vez que me robaron en la calle fue a plena luz del día. Pero yo seguí creyendo que era así y realmente me daba miedo que algo pasara…

También creí que «algo malo iba a pasar» porque «no hay felicidad completa» y uno no puede tener todo lo que quiere en la vida. ¿No se puede? ¿Según quién? ¿Quién estableció esas reglas? Si hago la tarea de revisar cuántas cosas más así he creído y vivido, me doy cuenta de que son demasiadas, y no podría responder quién las creó o en qué momento yo las acepté y las apropié. Lo que sí puedo responder hoy es si todo eso me funciona, si todo eso está aportando algo en mi crecimiento. La verdad es que la mayoría lo único que aumentan es el miedo, los apegos y la dependencia.

¿Por qué nos limitamos tanto? ¿Por que creímos que todo siempre podía ser peor?, ¿por qué creímos que era mejor esperar lo peor para no tener que decepcionarnos?, ¿por qué nos enseñaron a no confiar en las personas y a cerrarnos y vivir como ermitaños dentro de nuestros propios cuerpos? ¿por qué el empeño en que no creamos en que si podemos lograr lo que queremos?

¿POR QUÉ NO NOS ENSEÑARON A CREER EN NOSOTROS MISMOS?

Los discursos de los papás han cambiado muchísimo a lo largo de la historia, en un tiempo no muy lejano el castigo con golpes era la forma, después vino el miedo y el amedrentamiento, después la permisividad total y ahora… cuál es discurso hoy? ¿Qué les decimos a nuestros hijos en este contexto actual?

Es claro que toda la situación que vivimos nos ha hecho reevaluar muchas de esas cosas que creíamos inamovibles, hoy entendemos que la salud es riqueza, que el trabajo es temporal, que no podemos dar por sentado nada, lo importante que es un abrazo… nos cambió muchas de esas cosas que realmente creíamos que no cambiarían nunca. Entonces ahora entiendo que no puedo aferrarme a esas creencias, que el cambio es constante y que si realmente entendemos que somos parte de este universo que no está quieto nunca, tampoco nosotros.

Encontremos en el poder de la curiosidad posibilidades infinitas para gozar la vida, para hacer dinero, para jugar, para ayudar, para compartir, ese «seamos como niños» es más válido hoy que nunca. Volvamos a tener el poder de maravillarnos con las más pequeñas cosas que hay cada día, los colores del amanecer… sí, pueden ser ideas súper románticas y hasta cursis, pero si eso no es la vida, entonces ¿qué es?

Cuando niños no tuvimos la posibilidad de elegir en qué creer, pero hoy como adultos podemos elegir creer en nosotros mismos, en nuestro poder y podemos enseñarles a nuestros hijos a creer en ellos, en sus capacidades, en las posibilidades infinitas que tienen cuando usan su imaginación y creatividad. ¡Cuando creemos, creamos!

El famoso let it go

Soltar, dejar ir, no apegarse.. muchas formas de decir lo mismo, lo he escuchado de muchas maneras y por más que lo escuche, lo lea, lo sienta, hay cosas que me cuesta dejar ir… por qué?

Porque hemos crecido con el fuerte convencimiento de que tenemos que depender de algo, de alguien, y así vivimos muchos años… dependiendo de personas, que van cambiando a medida que crecemos; de trabajos insoportables, de jefes autoritarios, de relaciones sofocantes, de unos pesos en la cuenta, de una imagen bonita en instagram, de un número en la báscula, de una fachada feliz, mientras el mundo se desbarata adentro. Lo triste es que se volvió costumbre vivir así, hasta que la muerte los separe, hasta que llegue el día de pensionarse, hasta que se pague la deuda, hasta que crezcan los hijos, hasta que algo pase afuera.

Nos acostumbramos a estar mal a complacer a otros, a construir cadenas con todas esas situaciones, cosas y personas pensando que nos traerá alguna recompensa al final, pero ¿cuál es el final? ¿Qué esperamos que pase? ¿El juicio final? Crecí escuchando que vendría ese día y que sería el rechinar de dientes, que ese día saldría la verdad a flote sobre quienes son buenos y quienes son malos… Una idea bastante radical y absurda que lo único que trae es más miedo a la vida de las personas Y la verdad es que nadie vendrá a sacarnos de esas situaciones, nadie aparecerá mágicamente a solucionarnos la vida. No pasará nada y la gente no hará lo queramos que hagan.

Y aparece de nuevo el miedo, a lo que pueda pasar si no dependo de algo, el miedo a la libertad, el miedo a tener el control de mi propia vida, a responsabilizarme al 100% de mi, de mis decisiones, de mis reacciones, de mis acciones, de mis pensamientos, porque ese concepto de libertad sólo puede existir en mi mente, en la medida en que yo lo decida y es así, una decisión. A veces no es fácil decir: listo, ya no va más esta situación, a veces toma tiempo, más esfuerzo de lo que pensamos, idas y vueltas, salir y volver, y ahí entender que el camino es así, simplemente voy poco a poco siendo fiel a mi, dándome un poquito más a mí, llenándome más de mi, de lo que soy, de lo que siempre he sido, respetando mi ritmo y el ritmo de la vida.

Mi vida está en mis manos ahora, y no pienso alejarme de lo que soy, no pienso volver a dejar de serme fiel por vivir la vida de otros, por mantener situaciones o relaciones que no están sumando, que no me están aportando nada. Solamente cuando llegamos al punto de aceptarnos como somos, es que dejamos de depender y casi sin darnos cuenta se suelta, llega el momento de dejar ir, es un proceso largo que llega cuando tiene que llegar.

Y es así paso a paso que se rompe el círculo vicioso, apego – dependencia – falta de confianza propia – necesidad de algo externo – apego – dependencia… aumentando la confianza en mí, en que puedo hacerlo, en mi libertad y autonomía. El famoso salto de fe…

Re

Re – Prefijo  procedente  del  latín. Unido a verbos denota repetición.

Tendencia humana a repetir… me he preguntado por qué hago lo mismo una y otra vez. Ya he comprendido y soy consciente de qué son las lecciones que necesito aprender en mi vida y para hacerlo necesitaba entender algunas palabras:

RE-ACCIÓN: repetir una acción que ya había hecho antes, la respuesta automática que tengo guardada en la memoria, es como si el cerebro dijera: rápido hay que hacer algo ante esta situación, y paf!!! Sale la reacción, la rabia, el grito, la evasión, el sarcasmo, lo que sea! Y después… Culpa…

¿Por qué reacciono? Porque toca mis fibras más sensibles, lo que está en lo más profundo de mi ser! Siento que no soy aceptada, que no merezco nada, y entonces vuelvo a sentir lo que alguna vez ya había sentido en mi infancia.

RE-SENTIR: volver a sentir lo que sentía en el pasado. ¿Quién quiere eso? ¿Quién quiere volver a sentir dolor? ¿Por qué las emociones negativas se sienten con más fuerza y se quedan pegadas en nuestra memoria? Yo amo ver como los niños pelean y a los dos minutos están otra vez jugando, así deberíamos ser los adultos, no quedarnos en esas emociones, abrirle la puerta al amor y dejar pasar todo lo que nos quite la tranquilidad. Ya sabemos que la lección se aprende cuando ya no pasa nada, cuando vuelven esas situaciones y no siento nada! Ahí está el logro, seguir adelante con la lección aprendida! Pero si seguimos en el mismo círculo vicioso, perdemos el curso y toca repetirlo, hasta que aprendamos.

RE-CREAR: volver a crear en mi cabeza situaciones que ya había vivido. En serio nos empeñamos en hacernos la vida imposible nosotros mismos, nos han enseñado a complicar nuestras vidas a un nivel tan alto que se nos olvida vivir de verdad en el presente. ¿Hay alguna necesidad de retroceder la película y volver a entrar en esas situaciones complicadas? ¿Verdad que no? Si de verdad tuviéramos el valor de enfrentar cada día con lo que trae y ya, no existiría ninguno de estos RE! La vida sería super sencilla, no cargaríamos pesos de cosas que no son nuestras ni de situaciones que ya pasaron. Seríamos verdaderamente libres.

RE-VIVIR: Volver a vivir el pasado. Si la vida es hoy, no hay otro momento que ahora, entonces podemos seguir adelante, ya pasó todo lo que pasó, no hay más que seguir avanzando en el proceso de cada uno, cualquiera que sea y encontrar en el presente la magia de la vida. ¡Una de las grandes enseñanzas de esta época de pandemia!

Y ahora la pregunta: ¿Qué elijo hoy? Claramente elijo la acción, sentir, crear y vivir. Quitar esos RE desde el perdón y el amor. Ya alguna vez elegí esos RE y créanme, he repetido muchas veces la misma historia y me he repetido muchas veces más que si lo merezco, que sí puedo hacerlo. Ya es hora de mirar al frente y encontrar en las cosas del día a día muchos motivos para sentir que vale la pena estar aquí y ahora.

Quien dijo miedo…

Alguna vez han sentido que algo tiene que estar mal? Que no se puede lograr estar en paz total y sentirse bien? Tal vez por nuestra cultura, nuestra educación siempre esperamos lo peor, que pase algo, desde cosas pequeñas hasta grandes catástrofes, el Apocalipsis mismo!!! Que la vida no tiene sentido sin conflicto, sin algo que esté constantemente recordándonos que la vida es dura.

Y si lo pienso ahora, todo eso pasa sólo en la mente, nada pasa en realidad. Es más, en la realidad todo está bien, así de simple, sin pensarlo mucho, todo está bien, está como debe estar. Resulta difícil educar la mente para sacar esos pensamientos de tragedia y fatalidad, porque han sido pensamientos recurrentes y pensar de otra forma es como sacarme de lo conocido para entrar en algo que desconozco; pero que es mucho mejor, más sano.

Esos pensamientos tienen una raíz… EL MIEDO, por qué nos enseñaron a vivir con miedo? Por un instinto de superviviencia, había que tener miedo, de todo, de Dios, de los papás, de la vida, de la noche, de los desconocidos, del sereno e incluso de ser nosotros mismos!! Nos enseñaron a vivir dependiendo de lo que pasara en el entorno, esperando siempre que llegara alguien a salvarnos, que sucediera el milagro, sufriendo y padeciendo cosas terribles para «ganarse» estar en paz.

Y ese miedo hoy, no sirve de nada, qué es lo peor que puede pasar? La realidad ha superado a la ficción, hoy la situación nos reta a sacar esos miedos y vivir el momento, el día, lo que hay, sin darle mucha energía a lo que pueda pasar en una semana, al otro día!!

Entender que ese miedo sólo es una invención de la mente, nos lleva a ver que la vida puede ser suave y llena de cosas bonitas porque así lo elegimos, dejemos atrás las tragedias y la fatalidad de las telenovelas, dejemos atrás el bombardeo de noticias malas de los noticieros, veamos más allá de todo ese entorno negativo que nos imponen para elegir ver realmente lo que nos pasa a cada uno.

Estoy segura que esa visión es más alentadora, que la verdad de cada uno es más poderosa que todo ese miedo impuesto, yo me quiero atrever a vivir sin miedo, sin esperar el Apocalipsis, quiero no temer a mi propia verdad, ustedes?

Inevitables

A lo largo de la vida hay muchas cosas que se evitan, por más esfuerzo que hicieron nuestros padres o las personas mayores, era inevitable que esas experiencias llegaran a nuestras vidas, pero nunca se habló de ello, por lo menos en mi caso.

Hay 3 de esos inevitables que siento que hoy se podrían tratar mucho mejor con nuestros hijos e incluso con nosotros mismos. Uno es el sexo, tarde o temprano todos tendremos nuestra primera experiencia… y qué información nos dan? Pensemos en lo poco que se dice porque, si no estoy mal, nunca nadie dice que deberíamos disfrutarlo y que debería sentirse bien, cómodo, tranquilo, al contrario hay miedo, desagrado y culpa. Es un acto tan básico como la humanidad misma y no hemos podido acercarnos al tema de una forma responsable y desde el amor propio, desde lo que nos hace humanos, que no es otra cosa que el amor. Porque no verlo con otros ojos y darles una mejor información a nuestros hijos, de todo lo que significa la sexualidad, miradas, abrazos, TODO!!! El momento llegará para todos pero podemos hacer que sea diferente, más responsable y lleno de amor.

La segunda es el dinero, todos en algún momento tendremos dinero en el bolsillo, aparecerá debajo de la almohada, las abuelas o tíos nos regalarán uno que otro billete, el primer sueldo… y de nuevo: qué nos dicen… a mí me decían que debía ahorrar, pero no cómo, ni cuando, ni para qué. Había cierto temor al hablar de dinero, por no tenerlo, por perderlo, estaría bien si nos dijeran que se puede disfrutar, compartir, darse gustos, ser responsables con él, y verlo como la consecuencia de llevar una vida en paz, siendo buenos seres humanos, no como una fuerza sobrenatural que saca lo peor de las personas, eres la misma persona con o sin dinero, harás las mismas cosas!!! Yo creo se puede tener una aproximación al dinero con amor, sin culpa y sin pensar en opiniones ajenas.

Y la tercera… inevitablemente todos moriremos. No tiene que ser algo oculto, a lo que tememos. Hay un meme por ahí que dice: «Sólo se vive una vez… No! Sólo se muere una vez, vivimos todos los días». Si no aprovechamos cada día, y más en esta época que nos tocó vivir de pandemia, pensemos que más que nunca despertar en la mañana, estar resguardados en nuestras casas, con las personas que amamos es un regalo. Cuál es el miedo entonces? Por qué no abrazar la muerte como parte de la vida y vivir cada día evolucionando en todos los niveles, espiritual, físico, emocional y mental, por qué no disfrutar los momentos, encerrados o no, y aprender a ver lo bueno que nos trae todo este cambio planetario.

Reaccionemos de una vez y veamos lo que el planeta quiere decirnos: cuidémonos, cuidemos el planeta, respetémonos y respetemos todo con lo que compartimos este espacio que inevitablemente dejaremos un día.