Quiero no temer a mi propia verdad. Lo dije en 2020. Hoy 2023, si le temo algunas veces, es más confieso que el miedo ha estado conmigo casi toda mi vida, algunas veces me ha impulsado y otras me ha paralizado completamente hasta el punto que me encierro en mi, bajo el blackout y me quedo ahí por temporadas.

A veces me duele un montón, me juzgo, siento que mis decisiones me definen, que mis errores me definen, que me salgo de mi camino y me pierdo en el pozo profundo de la desolación de mis pensamientos negativos y autojuicios y al final me hago daño yo, y tengo que salir de ese pozo con nuevas cicatrices hechas por mi, porque afuera no está pasando nada, el mundo sigue girando las personas siguen muriendo y naciendo en sentido literal y figurado. Porque todos tenemos pequeños nacimientos cuando pasamos por esos momentos, cuando creemos que el miedo finalmente nos venció… pero no! Volvemos un poco más fuertes y un poco menos vulnerables, pero la vulnerabilidad sigue ahí porque es parte de nuestra humanidad.

Entre tanta gestión emocional nos olvidamos que está bien sentir porque es parte de nuestra naturaleza, que nos corre sangre por las venas y que podemos expresar esos sentimientos de forma sana, así que sintamos, vivamos, arriesguémonos de a poquitos, a los que nos cuesta, y subamos el blackout para que entre la luz y el amor de las personas que no vemos que están ahí para darnos amor y apoyo.

Hoy alguien me preguntó, ¿pasan más cosas cuando tienes miedo? La respuesta fue no, pasa exactamente lo mismo con miedo y sin miedo, me di cuenta entonces de que el miedo es un estado mental transitorio que se presenta como un modo de supervivencia en una situación de estrés, entonces entendí que el modo de supervivencia no es lo mío, yo quiero otra cosa, yo quiero vivir, y hacer lo que dice Romy…